Un siglo de cambio en aves del pacífico nariñense
este substack es una bitácora para mi libro, pero ocasionalmente contaré otras historias. esta es sobre barbacoas, nariño, sus aves y su gente. fotos por fernando ayerbe y daniel ocampo.
Cuando recién empezaba mi camino como estudiante de biología y daba mis primeros pasos en la observación de aves, me fascinaban las historias sobre descubrimientos de especies nuevas para la ciencia. Recuerdo cuando llegó a mis manos una separata de la revista en la que se describía al Vireo del Chocó, Vireo masteri, documentado por primera vez en la selva montana de la cuenca del río Ñambí, en el departamento de Nariño. Muchas cosas dieron vueltas en mi mente curiosa de aquel tiempo: ¿cómo era posible que en Colombia existiera un ave desconocida, cuyas afinidades taxonómicas eran un misterio, que habitara una selva extensa, densa e inexplorada? ¿Qué otras joyas de la naturaleza estarían escondidas en nuestros territorios?
En esa época conocía muy poco sobre Nariño, pero desde entonces desarrollé un especial interés, desde la distancia, por sus aves y sus lugares. Nariño me parecía un paraíso lejano, con un número increíble de aves por conocer y una diversidad de ecosistemas abrumadora. ¿Cuántas aves habría desde los manglares y selvas pluviales de la costa pacífica pasando por los bosques andinos a los páramos y volcanes, y de allí al piedemonte de la Amazonía?
Es posible que preguntas como las que yo me hice al conocer sobre el Vireo del Chocó en la década de 1990 se las hubiera hecho también el joven naturalista W. B. Richardson cuando exploró el pacífico nariñense en 1912. Richardson trabajó para el equipo del Museo Americano de Historia Natural que vino a Colombia con el propósito de conocer la diversidad y la distribución de nuestras aves buscando, según su líder Frank M. Chapman, “descubrir el origen geográfico de la vida suramericana”. Con varios colegas y la vital ayuda de autoridades, observadores de aves y comunidades locales, recientemente quisimos recoger los pasos de Richardson para conocer cómo han cambiado las aves de la región tras 110 años, y para ello organizamos una expedición ornitológica a los bosques del municipio de Barbacoas en octubre de 2021.
En contraste con lo que encontramos en otras regiones del país, en donde muchas de las aves que existían a principios del siglo XX han desaparecido localmente por efectos de la deforestación, las noticias que trajimos de Barbacoas fueron buenas. La avifauna de los lugares que visitamos parecía estar casi intacta, aunque no regresamos libres de preguntas.
En 1912, Richardson recolectó en Barbacoas varios ejemplares de un ave del género Pittasoma que hasta entonces no había sido catalogada y que eventualmente sería descrita para la ciencia por Chapman en 1917. En 2021, no encontramos esta ave por ningún lado. ¿Era esta una especie común hace un siglo que ahora se había vuelto escasa, o estábamos buscándola en los ambientes equivocados o en elevaciones diferentes a las que visitó Richardson? La respuesta a estos interrogantes y a muchos otros sobre la distribución y abundancia de las aves nariñenses requerirá de más observaciones e investigaciones.
Muchas cosas han cambiado en Colombia y en Nariño desde la visita de Chapman, Richardson y sus colegas, pero otras parecen mantenerse. Por ejemplo, deslumbrado por la exhuberancia de la selva de Barbacoas, Richardson la describió como densa e impenetrable, tal como nosotros la percibimos. El clima barbacoano actual también concuerda con el que pareció padecer Richardson, quien lo asemejó al de un baño turco y dijo que corroía hasta las tejas de zinc. Respecto a lo descrito por Richardson, la vida de las personas de la región, en su mayoría afrodescendientes e indígenas, tampoco parece haber cambiado mucho. Las aves espectaculares y únicas de Barbacoas cohabitan el territorio con una diversidad de personas maravillosas que aún luchan por mejores oportunidades para su desarrollo.
En nuestra visita a la comunidad de Mingoya, a orillas del río Telpí, nos deslumbraron las aves y los bosques, pero nos sorprendieron especialmente los niños y niñas, los adultos mayores, los hombres y mujeres que han cuidado su territorio por décadas y buscado subsistir, con admirable templanza, en ausencia real de oportunidades brindadas por el estado. Parte de lo que allí aprendimos intentamos plasmarlo, gracias a la genialidad de Juan Esteban Quintero y Nelsy Niño, en Mingoya - Tierra de Ornitólogos, un corto documental que produjimos en 2024.
Hoy salió publicado nuestro primer artículo científico sobre las aves de Barbacoas, liderado desde la Universidad Nacional de Colombia por Natalia Pérez, estudiante doctoral, y mi colega Andrés Cuervo, profesor y curador de la colección nacional de aves. Quisimos saber cómo han cambiado las aves de Barbacoas, en su tamaño y su forma, desde que Richardson las estudió. En más de un siglo, el clima ha cambiado un poco, pero el bosque ha permanecido casi intacto.
Los resultados son complejos, no hay una sola respuesta. Pero nuestros datos muestran que, incluso sin desaparecer, las aves están cambiando. Y lo están haciendo de formas distintas, por razones que aún no comprendemos bien.
Ahora queremos volver a Barbacoas, contarle a las personas que nos acogieron sobre qué encontramos. Quizás, con ellos, podremos entender mejor nuestros resultados.
(parte de este texto lo escribí hace un tiempo para la Guía de Aves de Nariño, publicada por nuestros amigos de la Fundación Felca, quienes muy amablemente nos acogieron y apoyaron en nuestras visitas a su territorio)